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El que nace pa’ tamal del cielo le caen las hojas

El que nace pa’ tamal del cielo le caen las hojas

¡¡¡¡Hay tamaaaaalessss!!!!! De mole, rojos, verde o de rajas, el tamal es un clásico en el desayuno y si viene acompañado de un crujiente y calientito bolillo, mucho mejor. La vorágine de la ciudad nos obliga a salir de casa muy temprano con el estómago vacío y lo que buscamos por arte de magia es […]

¡¡¡¡Hay tamaaaaalessss!!!!! De mole, rojos, verde o de rajas, el tamal es un clásico en el desayuno y si viene acompañado de un crujiente y calientito bolillo, mucho mejor.

La vorágine de la ciudad nos obliga a salir de casa muy temprano con el estómago vacío y lo que buscamos por arte de magia es un establecimiento donde podamos recuperar esas energías perdidas durante el trayecto: fondas, garnachas, tienditas, lonchería, expendios, taquería… y por supuesto, al salvador del día, el clásico tamalero de la esquina, quien en una verdadera faena por sacar el tamal calientito, desvestirlo y al mismo tiempo arroparlo con un bolillo caliente, hace que nuestras pupilas se dilaten y empecemos a salivar del puritito antojo.

Así son nuestras ricas guajolotas, que a un bajo costo podemos saciar nuestra hambre. Clasificadas dentro de la famosa vitamina T (tortas, tacos, tlacoyos, etc.) y engordadoras por naturaleza, se han convertido en el alimento de todo trabajador, estudiante y hasta las más fresas se atreven a probar tan suculenta delicia callejera.

Muchos conocen a la guajolota como la torta que lleva un tamal frito, otros la conocemos por ser simplemente una torta con tamal, lo cierto es que en sus diferentes presentaciones y sabores, la guajolota es la guajolota.

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Por ser un alimento que es portátil, proveedor de energía, llenador y económico, la guajolota ha ganado prestigio en los paladares de todos los mexicanos, pero los tamales no siempre fueron considerados alimento del pueblo, en la época de los aztecas, Fray Bernardino de Sahagún hace referencia del tamal como un alimento de la nobleza y de los sacerdotes. Por otro lado, culturas como los mayas, aztecas, olmecas ocupaban los tamales para sus ceremonias, ofrendas y festividades; los tamales eran ofrendados a los dioses, repartidos a los invitados y consagrados a los muertos. De hecho, en los rituales religiosos, el tamal era la figura simbólica de la carne humana y el recipiente donde eran cocinados representaban el vientre materno.

Pero qué más da su origen o pasado, lo importante es que los tamales y las guajolotas están vigentes y siempre presentes en todo momento, el gran incondicional en el bautizo, primera comunión, quince años, bodas, cumpleaños y hasta en los funerales. Gracias a los tamales por existir, pero gracias a las guajolotas por ser el desayuno nuestro de cada día.


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