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Manejando las pérdidas en la vida

Manejando las pérdidas en la vida

A todos no toca vivir pérdidas de distinta índole en nuestra vida; a veces es por la muerte de un familiar o amigo cercano; otras veces por un divorcio, separación, cambio de trabajo o de residencia… las pérdidas nos duelen y nos dejan perplejos. Y aunque no lo queramos o sepamos, tenemos que vivir un […]

A todos no toca vivir pérdidas de distinta índole en nuestra vida; a veces es por la muerte de un familiar o amigo cercano; otras veces por un divorcio, separación, cambio de trabajo o de residencia… las pérdidas nos duelen y nos dejan perplejos. Y aunque no lo queramos o sepamos, tenemos que vivir un proceso de duelo para poder superar dichas pérdidas.

Este proceso, que es estudiado por una rama de la psicología llamada tanatología, pasa por algunas etapas, que aunque son vividas de manera distinta por cada persona y tienen diferente duración o intensidad para cada uno de nosotros, suceden siempre. El duelo normalmente se resuelve entre 1 a 3 años, y aunque a veces parece interminable, sigue su trayecto, que incluye:

  • Momentos de negación y aislamiento en las que uno se rehúsa a aceptar la pérdida y se rebela contra ella. Normalmente son las primeras que se viven, inmediatamente después del momento de pérdida. Esta negación es parte de los mecanismos de autodefensa y nos ayuda a ir asumiendo la pérdida.
  • Ira o coraje. Uno siente una gran ira por haber vivido la pérdida y por la falta de la persona o situación amada. Esta ira es intensa y debe de sentirse. Muchas veces nos enojamos con el mundo e incluso con Dios cuando estamos viviendo el proceso de duelo. Los que están a nuestro alrededor sufren las consecuencias de esta ira por lo que es bueno que sepan que puede presentarse.
  • Pacto o negociación. En la que tratamos de negociar con el mundo o con Dios para superar la tremenda pérdida.
  • Depresión. En esta etapa se puede alargar, y debe ser supervisada por las personas a nuestro alrededor, pues puede complicarse. Uno siente desgano, falta de interés y tristeza y no puede encontrar el sentido a actividades y situaciones que antes disfrutaba. Esta última etapa es difícil de superar y muchas veces puede complicarse con conductas alimentarias inadecuadas como ingestión excesiva de alimentos o trastornos de la conducta alimentaria (incluyendo anorexia o bulimia). También es frecuente que las personas deprimidas dejen de comer y después se den atracones esporádicos.
  • Aceptación. En esta etapa se acepta la pérdida y se está listo para asumir la vida y las nuevas situaciones que se van presentando, aunque suele no ser una etapa muy feliz, sí lo es de calma, aceptación, autocontrol y la certeza de poder vivir y afrontar lo que la vida proponga y traiga.

Parte de nuestro estilo de vida saludable es aprender a manejar nuestra vida emocional, a enfrentar las situaciones difíciles, que en el terreno emocional, social y psicológico se van presentando. Por eso, hoy nuestro consejo sale un poco de lo acostumbrado: saber y estar preparados son buenas estrategias para vivir lo que nos vaya tocando con más serenidad y con mayor capacidad de bienestar.


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