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Los ácidos grasos Omega 3 en los pescados de agua fría

Los ácidos grasos Omega 3 en los pescados de agua fría

En los últimos años se ha investigado mucho sobre el papel que las grasas o lípidos juegan en nuestra salud. Antes se creía que todas las grasas solamente cumplían la función de ser altamente energéticas (un vehículo para que los seres vivos acumuláramos energía) y que cuando se consumían en exceso podían contribuir al riesgo […]

En los últimos años se ha investigado mucho sobre el papel que las grasas o lípidos juegan en nuestra salud. Antes se creía que todas las grasas solamente cumplían la función de ser altamente energéticas (un vehículo para que los seres vivos acumuláramos energía) y que cuando se consumían en exceso podían contribuir al riesgo cardiovascular por ser materia prima para la formación del ateroma o depósito de grasa en las paredes interiores de nuestras arterias.

Recientemente hemos aprendido que no todas las grasas funcionan de la misma manera y que su papel en el cuerpo humano es mucho más diverso de lo que se creía. Hoy sabemos que las grasas además de ser un vehículo de energía concentrada, aportando 9 Kcal/g, cumplen funciones metabólicas y funcionales. Desde el punto de vista práctico, las grasas nos ayudan a protegernos del frío y de los cambios de temperatura; además de que recubren a los órganos vitales y los protegen de golpes. En cuestiones metabólicas sabemos hoy que las grasas son indispensables para la fabricación de las membranas celulares y para producir hormonas, sobre todo las sexuales secundarias, como la testosterona y los estrógenos.

Actualmente, sabemos que no todas las grasas son igual de importantes ni cumplen las mismas funciones cardiovasculares y en otros sistemas. Se han clasificado como ácidos grasos esenciales a aquellos que nuestro cuerpo necesita recibir todos los días para cumplir sus funciones. Y entre ellos están los presentes en los pescados de agua fría y en las semillas oleaginosas como a continuación te explicaremos.

Finalmente, hoy sabemos que los ácidos grasosos de cadena larga e insaturados no sólo no contribuyen a la enfermedad o riesgo cardiovascular, sino que pueden ayudar a prevenir estos problemas. Por eso se ha favorecido el consumo de fuentes de grasa de origen vegetal por encima de las grasas de origen animal, más saturadas y cortas, y por lo tanto riesgosas para la salud de las arterias, y que normalmente vienen acompañadas de colesterol.

Los ácidos grasos de cadena larga que normalmente se encuentran en los tejidos de origen vegetal como las semillas y los aceites, también están presentes en los pescados de agua fría. Estos pescados como el atún, el salmón, la trucha o la sardina contienen especialmente ácidos grasos de la familia de los Omega 3. Hoy conocemos que dichos ácidos grasos; además, de ser esenciales son cardioprotectores importantes que ayudan a las paredes de nuestras arterias a mantenerse libres de residuos de ateroma y desinflamadas. Incluso, la evidencia muestra que, una mayor ingestión de ácidos grasos Omega 3 puede ayudar a desprender el ateroma ya creado en las paredes de las arterias.

Los ácidos grasos Omega 3 también ayudan a prevenir condiciones como la endometriosis, que afecta a muchas mujeres en edad reproductiva y a fortalecer los tejidos de los ojos, previniendo los daños asociados con el paso de los años, como el glaucoma, las cataratas o la perforación de la mácula. Adicionalmente, en los últimos años se ha encontrado que un integrante de la familia de los Omega 3, el DHA, cuya única fuente son los pescados de agua fría y las algas, es esencial para el desarrollo y mantenimiento de las funciones cognitivas, o sea del cerebro. Este ácido graso es importante para favorecer la memoria, la concentración y el rendimiento escolar o en la oficina. También sabemos que este ácido graso es escaso en nuestras dietas y vale la pena buscar su consumo para llegar a la recomendación.

De esta manera los ácidos grasos presentes en los pescados de agua fría son importantes para el mantenimiento de los sistemas, sobre todo el nervioso central en sus capacidades cognitivas, y para prevenir enfermedades, sobre todo las cardio y cerebro vasculares.


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