Alimentos de la cocina mexicana y sus beneficios para la salud
En el México prehispánico se conocían y consumían cerca de 500 variedades de quelites. Hoy en día sólo podemos encontrar unas 25 variedades en los mercados de pueblo y en época de lluvia. Sin embargo, vale la pena probarlas e incluirlas en nuestros platillos pues dan una apariencia atractiva, un sabor diferente, intenso y mejoran el contenido de nutrimentos de nuestros platillos, pues aportan calcio, vitaminas A, niacina, ácido fólico y vitamina C si se consumen crudas. También aportan fibra a nuestras preparaciones (aunque estos minerales no son de alta biodisponibilidad porque la hoja contiene ácido fítico y se pueden formar fitatos, el hierro en este tipo de productos generalmente está en su presentación férrica, donde es más difícil de absorber). Claro que el aporte nutrimental dependerá de la cantidad consumida. Cuando se usan sólo como condimento no hay un cambio significativo en el valor nutricional de la receta.
No deje de probar algunas de sus recetas favoritas acompañadas de quelites o usándolos como ingrediente principal. Estos van bien tanto en preparaciones sencillas y caseras como albóndigas, tortitas guisadas, ensaladas y sopas, así como en platillos más sofisticados de influencia tanto mexicana como internacional. Recomendamos utilizar los quelites de sabor más mineral e intenso, parecido al del berro (como el quelite cenizo o el quintonil) en preparaciones crudas como ensaladas, emparedados o salsas donde se atenúa esta característica, y los quelites de sabor más herbáceo parecido al del cilantro (como la malva) en preparaciones cocidas, como guisados, sopas o productos de maíz (esquite, tamales, gorditas, etc.) donde agregan frescura e intensidad de sabor.
Los quelites se consiguen frescos en época de lluvias (de mayo a septiembre). Algunos se venden en los supermercados pero la mayoría hay que buscarlos en los mercados regionales. Son muy baratos y se conservan como otras hierbas frescas, deben ser refrigeradas sin estar aplastadas por otras verduras. Idealmente se deben de colocar en agua fresca a manera de florero dentro del refrigerador o envolver con papel absorbente y recostar sobre una charola. Se conservan así hasta siete días. Si no las ha utilizado y están a punto de marchitar, sáquelas al sol y deshidrátelas. Luego las podrá utilizar como hierbas de olor.
Nota de
Cocina con Alegría
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