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El consumo local se caracteriza por cadenas cortas de agroalimentación. ¿Has escuchado hablar sobre estas cadenas? Son mecanismos de mercado que implican mayor proximidad geográfica, organizacional o social entre quienes producen y quienes consumen.
Por ejemplo: en varias localidades del Estado de México, las y los habitantes tocan a las casas de sus vecinas y vecinos para comprar los productos que necesitan cada día. En estas localidades, sus habitantes conocen e identifican quién de sus vecinas tiene gallinas y vende huevos, quien hace pan, quien tiene magueyes y produce pulque, o quien cultiva verduras. Entre ellas se compran o intercambian productos sin necesidad de transportarse, usar grandes embalajes o gastar en publicidad. Como se conocen, procuran entre sí tener un comercio justo.
El consumo local no es sólo una realidad de las comunidades alejadas de los centros comerciales. De hecho, en las ciudades ya existe un movimiento que está impulsando la creación de huertos urbanos, los tianguis del trueque, los mercados de productores, las cooperativas, los colectivos, el traslado de productos del campo a las ciudades y la formación en consumo responsable y economía solidaria a través de talleres.
Seguro en tu ciudad podrás encontrar opciones de este tipo para consumir local, de temporada, artesanal, agroecológico, libre de empaque y saludable. Regístrate al final de este blog y recibe nuestro Directorio de Iniciativas de Consumo Responsable, donde podrás encontrar opciones en más de 20 ciudades del país.
Los supermercados, por el contrario, han sido señalados por vender productos de distintos tipos, especialmente verduras, frutas, carnes y mariscos, que provienen de la explotación (sueldos bajos, jornadas largas y exposición a agroquímicos y riesgo de trabajo) de jornaleras y jornaleros agrícolas que trabajan para corporaciones que después ofrecen sus productos en los supermercados. Estos productos, además, son altamente procesados.
Para obtener más ganancias de esta cadena de suministro, las corporaciones pagan poco a los productores primarios y a sus trabajadoras y trabajadores, y la cadena de intermediarios es mucho mayor.
Asimismo, para trasladar mejor y exhibir sus productos con etiquetas, estas empresas empacan los alimentos en plásticos y contenedores de unicel de un solo uso, los cuales terminan en los cuerpos de agua de nuestro planeta. Los altos costos de producción, empaque y traslado elevan los costos del producto que consumimos, no sólo en cuestión de precios, también aumenta el costo ambiental y social.
A esto se suma que los productos se comercializan con información nula o escasa sobre todo el proceso que implicó elaborarlo. Si alguien quiere conocer más acerca de un producto, a veces tiene que recorrer un largo camino para llegar a la información.
¿Qué tipo de consumo merecemos las personas y el planeta? Apoyar el consumo local le conviene a tu bolsillo, a tu cuerpo, a las y los productores, a las y los trabajadores y al planeta.
¿Quieres más ideas? Aquí podrás encontrar mucha más información para cambiar poco a poco tu alimentación y así ayudar al planeta.
Nota de
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