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Consejos para conservar la belleza y la salud

Consejos para conservar la belleza y la salud

Respetar la hora de comidas, dormir bien, comer sano, cuidar de nuestra piel, es decir, tener hábitos sanos, nos dará como resultado conservar la salud y la belleza natural del cuerpo.

Las mujeres pasamos muchos ratos a lo largo de nuestras vidas buscando la dieta perfecta que nos permita comer y darnos nuestras escapadas culinarias de vez en cuando y al mismo tiempo mantener una sana y atractiva figura.

En el periodo de noviazgo y preparación para la boda esto se vuelve especialmente cierto, ya que la presión por lucir hermosa en todo momento es mucha y la tentación y oportunidades de consumir golosinas, y platillos muy calóricos son frecuentes. Esto nos deja en una disyuntiva importante. ¿Qué hacer para no perder esta hermosa figura o para recuperarla lo más rápida y efectivamente posible?, ¿qué dieta milagrosa debo de seguir que me permita mantener o recuperar mi figura rápido y sin mucho sufrimiento?, ¿es cierto que lo mejor es comer poco o saltarse comidas antes de un evento donde se espere comer de más?

La verdad es que la solución no es mágica y está al alcance de todos. Y tal vez porque la hemos oído muchas veces o porque no promete cambios en la fisonomía a muy corto plazo esta opción de estilo de vida es rechazada constantemente y las personas optan por soluciones menos sanas que les prometen resultados inmediatos como muchas dietas comerciales que ofrecen cambios en la figura y pérdidas de peso con resultados desde la primera semana y programas en los que el individuo no deberá de cambiar sus hábitos alimenticios más que a muy corto plazo.

La verdad es que para obtener o mantener una figura sana y bella lo mejor es optar por hacer ejercicio y apegarse todos los días a una dieta sana, equilibrada y variada. Estas estrategias deberán ser adoptadas como forma de vida y no como caminos a lograr una meta para después ser olvidados.

En primer lugar es importante que nos formemos una cultura del ejercicio y de tener una vida activa en todo momento. Esto no quiere decir que todos tengamos que ir a un gimnasio o a alguna clase todos los días. Lo que quiere decir es que debemos de procurar realizar algún ejercicio aeróbico al menos tres veces por semana por periodos de media hora cada vez. Este ejercicio no tiene que ser extenuante pero si acelerar el ritmo cardiaco al menos al 50% de nuestra capacidad.

Este aceleramiento del corazón es muy bueno para la salud, ya que fortalece al músculo cardíaco y aumenta la capacidad (volumen) de nuestros pulmones, esto es “te da aire” para realizar otras actividades.

Adicionalmente, y en especial para las mujeres, es importante hacer algo de ejercicio anaeróbico al menos dos veces por semana, como podría ser el levantamiento de pesas pequeñas repitiendo cada ejercicio varias veces, lo que nos permitirá mantener el volumen de nuestros músculos y la densidad de calcio en nuestros huesos, incluso después de la menopausia. Además de hacer ejercicio con frecuencia, es importante que desde jóvenes y a lo largo de nuestras vidas optemos por un estilo activo, es decir que favorezcamos la actividad física en todas nuestras actividades. Así que cuando optamos por subir por las escaleras en vez de por el elevador, estacionamos nuestro coche un poco más lejos a propósito, cargamos nuestras propias bolsas en el supermercado o cuando vamos de compras y cuando estamos en casa o en la oficina nos movemos más le ayudaremos a nuestro cuerpo a mantenerse más sano, ágil y bello a lo largo de nuestra vida.

En cuanto a la comida lo primero que debemos decir es que es mucho más importante evaluar y medir la calidad de lo que comemos a restringir drásticamente la cantidad ingerida. Estamos muy acostumbrados a medirnos en cuanto a cantidad pero pocas veces observamos la calidad de los alimentos que elegimos. Cabe señalar que existen alimentos que aún consumidos en pequeñas cantidades aportan muchas calorías a la dieta sin ser vehículos importantes de nutrimentos esenciales como vitaminas y minerales o fibra, tales como las preparaciones muy ricas en grasa, sal o azúcar. Recordemos que un gramo de grasa aporta 9 Kcal. a quién lo consume, mientras que un gramo de proteína o de hidratos de carbono aportan únicamente 4 Kcal.

La recomendación, por lo tanto es elegir cuidadosamente los alimentos a consumir y los métodos de cocción a emplear para prepararlos. Aunque discrepan en otras muchas cosas, todas las tendencias de la alimentación y las dietas coinciden en que es importante incluir en nuestra alimentación diaria grandes cantidades de fruta y verdura. Y lo que es más, éstas deberán de ser lo más variado posible en cuanto a colores y tipos para asegurarnos de que estemos ingiriendo todos los minerales y vitaminas que ellas aportan.

Cuando una dieta es muy monótona puede carecer de algún mineral o ser pobre en alguna vitamina y la persona que la ingiere se sentirá débil, cansada y estará más propensa a contagiarse de enfermedades infecciosas como gripas, conjuntivitis, infecciones estomacales o de las vías respiratorias.

Otra recomendación que es válida para todos es incluir la menor cantidad de grasas saturadas y colesterol en nuestros alimentos, ya que dichas grasas por su composición tienden a pegarse en las paredes de nuestras arterias favoreciendo su engrosamiento lo que nos hará más propensos a enfermedades cardiovasculares, infartos, embolias y trombosis, entre otros.

Las grasas que no se recomiendan son en general las de origen animal, que se encuentran en los quesos madurados, la crema y la mantequilla, en los “gorditos” y pellejos de las carnes y aves y los métodos de cocción menos recomendados son la fritura profunda y el horneado con salsas grasosas. Las únicas fuentes de grasa de origen animal que se escapan a esta restricción las constituyen las contenidas en los pescados de agua fría como el salmón, el atún y el arenque que por su alimentación a base de algas de mares fríos son ricos en grasas insaturadas, parecidas a las que contiene los aceites vegetales y además son muy ricos en vitaminas liposolubles como la A y la E.

La recomendación es a consumir productos frescos cocinados solo ligeramente ya sea asándolos, salteándolos o cociéndolos al vapor con grasas de origen vegetal e incluyendo en las comidas aceite de oliva crudo, así como quesos blancos y salsas ligeras a base de hierbas y especias que le darán sabor, variedad y calidad a nuestra dieta.

La alimentación tipo mediterránea basada en el consumo de ensaladas y frutas frescas, pastas con salsas a base de verduras, panes integrales y quesos blancos y pobre en carnes rojas y grasa de origen animal, o la alimentación tipo oriental, especialmente la japonesa, basada en el consumo de arroz al vapor, verduras asadas y cocidas, productos del mar y soya en diferentes preparaciones pueden ser modelos a seguir para quién decida hacer cambios drásticos en su forma de preparar o consumir alimentos.

Si decides seguir con una alimentación similar a la que tienes actualmente es importante que observes y probablemente aumentes tu ingesta de frutas y verduras ya sea crudas o cocidas, que trates de disminuir la ingesta de grasas saturadas, ya sea optando por productos más magros o por métodos de cocción más ligeros y que trates de evitar al máximo los alimentos muy industrializados ya que en general contiene grandes cantidades de grasa, azúcar o sal y nos proveen de pocos nutrimentos esenciales.


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