Vacunas contra la influenza

La vacuna contra la gripa, también conocida como vacuna contra la influenza o vacuna antigripal, es una vacuna anual para proteger del virus altamente mutable de la gripe. Y es que efectivamente los responsables de las enfermedades infecciosas de las vías respiratorias son una gran familia de virus que no sólo ya son muchos, sino que además van mutando, o sea cambiando, y que son muy difíciles de identificar.

Precisamente por su alta mutabilidad la vacuna debe comenzar a desarrollarse mucho antes de saberse el origen o cepas concretas mayoritarias. La Organización Mundial de la Salud advierte que la vacunación antigripal es más eficaz «cuando hay una buena concordancia entre los virus vacunales y los virus circulantes», y que «(…) los virus de la gripe sufren cambios constantes». Si uno contrae una infección debida a un virus diferente al que se tenía en mente al desarrollar la vacuna, pues lo más seguro es que ésta resulte ineficaz en la prevención de la infección, y como hasta ahora se han identificado más de 350 variedades de virus relacionados con la gripa y otros resfriados de leves a intensos, pues la cosa es casi un volado.

Por otro lado, y para colmo, las vacunas se elaboran con virus vivos, pero atenuados y por lo tanto al aplicar la vacuna existe un riesgo de contraer la enfermedad, en una versión probablemente menos intensa, pero aún así la enfermedad, por eso las vacunas no son para todos. Como la mayor parte de la población se recupera fácil y rápidamente de una gripe u otra afección respiratoria, las vacunas son especialmente recomendadas para los grupos vulnerables a quienes dicha infección podría poner en riesgo, y cuya recuperación es más lenta y menos garantizada. A los ancianos, los niños pequeños, personas enfermas o procesos médicos complejos como quimioterapia, definitivamente se les recomienda aplicarse la vacuna al principio del invierno. Y para quienes trabajan en centro médicos o viven en instituciones puede ser una buena idea también. La decisión es muy personal y deben de considerarse multitud de factores.

Pero independientemente de si nos vacunamos o no, podemos tomar varias acciones preventivas en esta temporada, por ejemplo, incrementar nuestra ingestión de vitaminas antioxidantes como la C o ácido ascórbico y el consumo de sustancias antioxidantes naturales como las contenidas en las verduras y frutas de temporada son una muy buena idea. Recuerda que la recomendación es consumir cinco porciones de una pieza mediana o ¾ de taza picada todos los días. Y que lo ideal es que cada verdura o fruta sea de diferente color: una roja, una morada, una naranja o amarilla intensa, una blanca o café y una verde intenso sólo así garantizamos la ingestión de todas las vitaminas y minerales esenciales.

Y como la naturaleza es sabia, en esta temporada nos regala algunas de las frutas con mayor concentración de vitamina C. Las guayabas, que en dos piezas tienen más del triple de la recomendación diaria de este nutrimento esencial, las naranjas, mandarinas y limones, todos ellos excelentes fuentes de vitamina C, los frutos rojos, como frambuesas, zarzamoras, peras de distintas variedades y que aportan por pieza cerca de la tercera parte de la recomendación diaria.

Prepárate en esta temporada un jugo, licuado, de guayaba, plátano y naranja con su bagazo para no eliminar la fibra, o ¿qué tal una infusión de manzanilla y equinacea (que potencia la respuesta inmune) con trocitos de guayaba fresca y un poco de Jamaica? U, ¿otra infusión de canela, manzana deshidratada y pera fresca?

Las posibilidades son muchas, basta animarse a experimentar y aumentar su ingestión de vitamina C para prevenir y resolver más fácilmente las enfermedades infecciosas como las gripes e influenzas estacionales.