¿Me siento incómoda o tengo hambre?
Te invito a que te detengas un poco y te preguntes a ti misma(o): ¿Me siento incómoda(o) o tengo hambre? Porque cuando no estamos conectados con el estómago de manera natural es fácil confundir la incomodad con hambre. Algunas veces nos sentimos pesados o con malestar estomacal y seguimos comiendo, esto se debe a que los comedores emocionales estamos acostumbrados a cubrir cualquier intranquilidad con comida y el alivio que nos invade al masticar y/o tragar nos calma un poco esa sensación.
La sensación puede ser física, gastritis o agruras que como reflejo nos piden tragar, al pasar el alimento nos calma la acidez y eso ayuda ¡10 segundos! Por eso seguimos bocado tras bocado. Si a la incomodidad física como inflamación del colon le agregamos el desasosiego de sentirnos gordas, pues ahora también tenemos hambre emocional, el pantalón o la falda nos aprietan y la mente nos regaña, como consecuencia nos encontraremos comiendo de forma compulsiva, es decir, sin hambre real.
Otra forma de sentirnos incómodas es cuando sostenemos una plática que nos parece absurda, fuera de lugar, chismosa o discutimos a la hora de la comida o en el cafecito. Entonces, como el cuerpo está sintiendo tensión, incomprensión o ganas de salir corriendo y no lo hacemos asertivamente, nos dedicamos a pasar con cada bocado la incomodidad real, que no es hambre física.
Si tienes algún padecimiento digestivo, te recomiendo atenderte con un doctor especialista para que tus sensaciones naturales de hambre y saciedad puedan ser reconocidas por tí fácilmente. Mientras que el hambre emocional, tendrá que ser atendida con lo que tus sentimientos piden: aceptación, amor, reconocimiento, poner límites, ejercicio, etc. Y esto solo dependerá de que tú te responsabilices de cubrirlas.
“Recuerda que la compulsión y la atención no pueden estar juntas.”
Nota de
Cocina con Alegría
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