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Navidad sin depresión

Navidad sin depresión

Para muchos, especialmente los niños, la Navidad y el fin de año son épocas muy felices, llenas de ilusión y de buenos deseos. Pero, por desgracia, para muchos otros, éstas son temporadas de tristeza, soledad y depresión. Aunque esto quizá se podría explicar en quienes están solos, lejos de sus familias y amigos; ancianos y/o […]

Para muchos, especialmente los niños, la Navidad y el fin de año son épocas muy felices, llenas de ilusión y de buenos deseos. Pero, por desgracia, para muchos otros, éstas son temporadas de tristeza, soledad y depresión. Aunque esto quizá se podría explicar en quienes están solos, lejos de sus familias y amigos; ancianos y/o enfermos. La verdad es que también el clima, la temporada invernal afectan a nuestro sistema y pueden llevarnos a una depresión, por eso hay que estar alerta, aprender a detectar y combatir el síndrome afectivo estacional.
 
El trastorno afectivo estacional o depresión invernal, por sus siglas en inglés (SAD), es un trastorno emocional cíclico que ocurre durante la estación de invierno, causado al parecer por la insuficiencia de luz solar.
 
Este padecimiento es más común en los lugares de mayor latitud, en los países y ciudades más nórdicas (alejadas del ecuador) donde persisten los inviernos prolongados y que tienen pocas horas con luz diurna.

El principal síntoma que presentan las personas que la padecen es la depresión mayor, en cuya transición existe el riesgo del suicidio. Su origen puede estar relacionado con la regulación de la temperatura del cuerpo y el cambio hormonal, derivado del estímulo de la glándula pineal y la consecuente variación de melatonina, sustancia encargada de regular los ciclos de sueños, de promover el descanso y el sueño profundo.
 
La cura para este síndrome estacional parece ser la exposición a la luz solar moderada. Parece que al exponernos al sol (o en su defecto a una luz intensa) por periodos de cerca de 20 minutos nos puede ayudar a nivelar las hormonas y sustancias reguladoras en el cuerpo y a producir endorfinas (las sustancias que promueven la felicidad y el gozo).
 
La evidencia científica reciente parece indicar que la vitamina D, el calciferol, cuya función principal es ayudarnos a fijar el calcio en los huesos, también tiene un efecto que ayuda a combatir la depresión. Muchas personas reportan que al exponerse al sol directo por periodos cortos, de cerca de 20 minutos, se sienten más tranquilas y contentas.

La responsable de esta mejoría de los síntomas de la depresión parece ser la vitamina D, que podemos fabricar a partir de la exposición al sol, pero que también recibimos a partir de la leche y de sus derivados.
 
Promover encuentros con seres queridos, acompañar a los enfermos y los mayores, evitar discusiones y pleitos son parte de las estrategias para evitar la depresión de fin de año, pero también exponernos al sol, aprovechar las horas de luz y asegurar nuestra ingestión adecuada de vitamina D, pueden ser parte de las estrategias.

No en balde decía mi abuelita que para «descansar y sentirse contento no hay como un vaso de leche tibia».


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