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Cuida a tu bebé de la ganancia de peso

Cuida a tu bebé de la ganancia de peso

Durante muchos años en nuestro país hemos pensado que los bebés y los niños rellenitos o gorditos son los más sanos,que cuando un niño junta grasa en el cuerpo es porque se está preparando para crecer y que los niños, sobre todo los muy pequeños, pueden comer de todo, en las cantidades que ellos quieran […]

Durante muchos años en nuestro país hemos pensado que los bebés y los niños rellenitos o gorditos son los más sanos,que cuando un niño junta grasa en el cuerpo es porque se está preparando para crecer y que los niños, sobre todo los muy pequeños, pueden comer de todo, en las cantidades que ellos quieran y al modo que se les antoje.

Y la verdad es que la evidencia científica demuestra lo contrario. Un niño con sobrepeso tiene grandes posibilidades de convertirse en un adulto obeso y de padecer enfermedades crónico degenerativas como la diabetes, la hipertensión o las enfermedades cardiovasculares, que seguramente restarán calidad a sus años adultos y además le darán una menor expectativa de vida.

Los niños con sobrepeso sufren complicaciones a su salud de inmediato. El desarrollo de sus huesos no es bueno, sus órganos sexuales no se desarrollan por completo por exceso de grasa abdominal o en algunas niñas este exceso de grasa hace que su desarrollo físico hacia la pubertad sea acelerado y su crecimiento en estatura se detenga. Los niños con sobrepeso sufren de incomodidad física, calor, sudoración excesiva, pero sobre todo, padecen de las burlas de sus compañeros y de una baja autoestima por ser siempre de los últimos en la clase de deporte, por correr, trepar con torpeza y porque se cansan muy fácilmente.

Una niñez con sobrepeso no es linda; se sufre en lo físico y en lo emocional; se sufre de falta de amigos y burlas de los compañeros y se tiene un futuro más triste y menos promisorio.

Y la verdad es que los niños con sobrepeso son culpa de los adultos que los rodean. El niño no elige los alimentos que hay en su casa ni cuáles van en la lonchera; el niño no decide a qué hora comer ni en qué cantidad. Y si nosotros dejamos que el pequeño decida estamos pasando por encima de su bienestar; estamos prefiriendo la satisfacción inmediata a la salud a largo plazo.

Los niños necesitan que los adultos les indiquemos el camino con rutinas y reglas sencillas, pero claras y con un ejemplo consistente. El niño necesita saber a qué hora le toca comer, bañarse o dormir; cada cuando y qué debe de comer; qué beber si tiene sed o si está cansado, cuando y qué jugar, cuánta tele ver, etc. Eso lo necesitamos determinar los adultos.

Por eso, en este principio de año escolar uno de los mejores regalos que les podemos dar a los niños de nuestra casa es una vida ordenada, predecible con horarios claros y siempre iguales de sueño, comida, juego, televisión y tareas. Con comidas bien pensadas y planeadas, con agua en abundancia para beber y con periodos de actividad física bien armados.

El ejemplo está en casa

Educar a un niño es eso: es brindarle un ambiente preparado donde pueda crecer y desarrollarse libre, pero con límites, contenido y sobre todo en cuestiones de alimentación, el niño necesita un buen ejemplo y necesita que en su casa, en su lonchera y en su mesa se ofrezcan más verduras y frutas; más cereales integrales, más bebidas bajas en azúcar y platillos de origen animal bajos en grasa. Una alimentación completa y rica, preparada con esmero y servida a sus horas en el momento preciso y en la cantidad que cada uno requiere.

Así podremos ver a nuestros hijos con orgullo y estar seguros de estarles regalando un futuro promisorio lleno de buenas posibilidades y lejos de alguna enfermedad.


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