Tiempo de Cuaresma
Ya llegó el tiempo de la Cuaresma, tiempo en que se acostumbra comer con menos carne o productos de origen cárnico, por lo menos los días viernes de cada semana. Y es una muy buena oportunidad para probar y descubrir preparaciones con pescados.
En México contamos con muy largos litorales en ambas costas y con mares de distintas temperaturas, condiciones que nos proveen de todo tipo de pescados y mariscos. Sin embargo, nuestro consumo de productos del mar es pobre y no alcanza, según las estadísticas, ni los 10 kilos al año en promedio por persona, o sea se estima en un consumo mensual de menos de 800 gramos en promedio.
Y eso es una lástima, pues los pescados y mariscos son fuentes de algunos nutrimentos importantes para la salud. En ambos grupos de ingredientes encontramos concentraciones importantes de yodo y de flúor, ambos minerales esenciales para la salud y que son escasos en la dieta. El primero, el yodo, es el alimento de la tiroides, la glándula que regula el metabolismo o la velocidad a la que funciona nuestro cuerpo. El consumo histórico de yodo es tan pobre como población, que desde hace cerca de 40 años, el gobierno obliga a los productores de sal a agregarle este nutrimento. Así, el yodo adicional, obtenido de los productos del mar, le cae muy bien a nuestro sistema.
El flúor es también esencial para la salud, pues es constituyente fundamental del esmalte de nuestros dientes y el encargado de protegerlos contra el ataque de las bacterias que causan caries. Una dieta pobre en flúor, como la que es común entre nuestra población, se asocia a una mayor probabilidad de padecer caries y otras enfermedades de la boca y los dientes.
Los pescados son una magnífica fuente de proteínas, de cadena más corta y más fáciles de digerir que los productos cárnicos. Estas proteínas son bien utilizadas por nuestro sistema para favorecer el crecimiento en los niños y adolescentes o el crecimiento muscular en algunos tipos de atletas; y en los adultos son utilizadas para reparar tejidos y para reponer los que requieren renovación como la sangre o la piel. Las proteínas también son elementos constructores de las inmunoglobulinas, o defensas, que nos ayudan a combatir y prevenir enfermedades infecciosas de todo tipo.
Los pescados de agua fría como el salmón, el atún o la sardina también aportan ácidos grasos esenciales a la dieta, de los de la familia de los omega 3. Estos ácidos grasos, que discutimos más a detalle en otro comunicado de esta sección, son importantes para la prevención cardiovascular, para el buen funcionamiento de los ojos; para sostener el funcionamiento cognitivo del sistema nervioso, o en el caso de los niños y adolescentes, favorecen a su desarrollo.
Una nota precautoria: los mariscos, que son muy ricos y parecen muy ligeros, especialmente los de concha y los de caparazón segmentado como los camarones o jaiba, pueden además contener elevadas concentraciones de colesterol, del que se asocia con el ateroma y con el riesgo a las arterias, por lo que se recomienda consumirlos con moderación, sobre todo quienes tienen riesgo cardiovascular o quienes presentan alteraciones en los lípidos sanguíneos.
Esta temporada de Cuaresma es una buena oportunidad de empezar a consumir más pescados y mariscos. Experimentar con recetas nuevas y aprender a disfrutarlos en familia, como estrategias para obtener todos los nutrimentos que nuestro sistema necesita y que muchas veces son escasos en nuestra alimentación.
Nota de
Cocina con Alegría
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