Las vacaciones son y deben ser un periodo de descanso, de disfrute, de relajación, etc. Yo siempre les digo que las vacaciones debe ser un momento de recargar pilas y ¿por qué no? De una que otra indulgencia, de uno que otro apapacho. Pero esto no significa que es una excusa o un banderazo de salida para comenzar a comer y beber todo lo que se te cruce por delante, hay que aprender a disfrutar sin caer en las exageraciones.

Cuando terminan las vacaciones no queremos ni siquiera voltear a ver la báscula y la pregunta que nos hacemos es ¿ya regresé de vacaciones, ahora qué hago? Como sea que te hayas portado durante las vacaciones, bien, mal o regular siempre hay que volver a la vida cotidiana y de ser posible al buen camino, lo que pasó pasó y ya no importa, ahora importa lo que sigue. Yo siempre les pido que no vuelvan de vacaciones directo a hacer dietas extremas de jugos por 25 días, ayunos o dietas demasiado restrictivas tratando de “quemar” o “perder” todo lo ganado. El metabolismo no funciona así, y lo que vas a ocasionar con esas dietas extremas, además de pasar hambre, es desacelerar el proceso y acabar haciéndote más difícil la vida, la recuperación de tu peso y figura, y hasta poner en riesgo tu salud.

Vuelve a como estabas antes de irte de vacaciones, ejercítate regularmente, bebe agua, procura que en tus platos haya muchos vegetales, minimiza el consumo de productos procesados y refinados y sobretodo relájate, no comiences a darte de latigazos por lo que sea que hayas comido o bebido en tus vacaciones, el cuerpo reconoce su rutina y poco a poco vuelve al punto de inicio, solo necesita tiempo, ejercicio, buenos alimentos,  lo último que necesita es que lo sometas a pasar hambre 15 días a base puros jugos de fruta (en donde en realidad solo estás bebiendo azúcar).

Respira hondo, saca del closet tu ropa para hacer ejercicio y después llena tu despensa y refrigerador de comida saludable.