El pavo, un regalo de México al mundo

Uno de los integrantes más queridos y esperados de la mesa navideña es sin duda alguna, el pavo, que con su vistosa presentación engalana la cena de Nochebuena; llena de sabor y tradición el banquete decembrino.

Esta ave fue un regalo del México prehispánico al mundo. En la corte del emperador Moctezuma se servía diariamente y era conocido por los indígenas como huexólotl, de ahí que en nuestro país sea llamado Guajotole.

Su introducción a los festejos navideños se dio cuando los españoles, instalados en “La Nueva España”, comenzaron a consumirlo como reemplazo de la carne de ganso que acostumbraban comer en esas fechas, pero adaptando recetas de la época prehispánica en su elaboración.

La orden Jesuita fue la encargada de llevarlo a España y darlo a conocer en sus colegios y obras, de esta forma llegó a las mesas europeas.

Así surgió la costumbre de preparar un pavo entero, rellenarlo de diversas mezclas y hornearlo para su cocción en estas fechas. Fue un obsequio de nuestros antepasados a occidente, y es hoy uno de los platillos icónicos de la temporada navideña.

Mitos y verdades del pavo navideño

Un buen pavo debe de ser jugoso, de consistencia firme y gran sabor. Para lograr lo anterior es importante no sobrecocinarlo, muchas veces creemos que debe de estar horas enteras en el horno para que se cocine apropiadamente –pero esa idea es incorrecta–para que cualquier tipo de ave esté cocida a la perfección y en su punto, lo que debemos considerar es que tenga una temperatura de 76ºC y que al pincharlo el líquido que brote sea incoloro.

De esa forma sabremos en qué momento hay que sacarlo del horno para posteriormente dejarlo reposar algunos minutos y poderlo disfrutar en su mejor forma.