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Aprendiendo a comprar, almacenar y cocinar por grupo de alimentos (parte III): las aves

Ahora, te presentamos consejos para que compres y almacenes pollo y otras aves de la mejor calidad, con el mayor grado de seguridad, libre de microorganismos que puedan hacer daño a tu familia, y del mejor aporte nutrimental: buena fuente de proteínas, baja en grasa y rica en hierro y otros nutrimentos esenciales. El pollo […]

Ahora, te presentamos consejos para que compres y almacenes pollo y otras aves de la mejor calidad, con el mayor grado de seguridad, libre de microorganismos que puedan hacer daño a tu familia, y del mejor aporte nutrimental: buena fuente de proteínas, baja en grasa y rica en hierro y otros nutrimentos esenciales.

El pollo es muy sensible al ataque de microorganismos; de hecho, en su tracto intestinal viven salmonellas de manera regular; es importante siempre tratarlo con cuidado y teniendo en cuenta esta consideración:


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Enjuaga siempre las piezas de pollo antes de cocinarlo; usa una tabla especial para su corte y manejo y cocina hasta que el centro esté blanco y firme, si se ve rosado o con gotitas de sangre, existe riesgo sanitario.

* No manipules pollo fresco junto con el cocido; el riesgo de contaminación cruzada es alto.

* Para un menor aporte de grasa, consume el pollo siempre sin piel y habiendo limpiado la grasa que cubre al músculo. Esta grasa casi nunca participa en la cocción ni brinda sabor, y sí aporta lípidos saturados y colesterol que puede contribuir a las enfermedades cardiovasculares.


Errores frecuentes que hay que evitar:


* Dejar el pollo fresco fuera del refrigerador: su carga microbiológicas, que de por sí es alta, aumenta drásticamente cuando se expone a temperaturas ambiente.

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No verificar la cocción adecuada de piezas de pollo gruesas: cuando sirvas pollo entero o pechugas con hueso, siempre verifica la cocción en la parte más interior, más gruesa.

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Empanizar o capear pollo con piel. Así se agrega mucho más grasa a la preparación, tanto la que se agrega como medio de cocción como la que ya contiene la pieza de pollo. Para este tipo de platillos es importante eliminar la piel y la grasa que cubre el músculo.

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Recuerda elegir un pollo firme, resistente al tacto, pero no desjugado; evita las piezas con manchas de sangre o golpes y prefiere piezas más magras, como la pechuga o el muslo limpio (hay que quitarle una arteria que pasa en su interior y que está recubierta de grasa; además de la piel).


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