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Aportes nutrimentales de diferentes leches y su conveniencia para distintos grupos poblacionales

Aportes nutrimentales de diferentes leches y su conveniencia para distintos grupos poblacionales

La leche es un alimento esencial para el desarrollo del recién nacido de cualquier especie. Descubre más datos interesantes sobre la leche.

La leche es un alimento muy importante para la buena salud de nuestros huesos y dientes. Existen derivados industrializados de la leche que también ofrecen beneficios para la salud de ciertos grupos de personas.

En la naturaleza la leche está diseñada como alimento exclusivo del recién nacido de cada especie. De hecho, la leche de cada mamífero contiene exactamente los nutrimentos que la cría de requiere para su crecimiento y desarrollo. De esta manera por ejemplo, la leche de los animales que viven cerca del círculo polar son más ricas en grasa para que el pequeño pueda formar rápidamente una capa protectora de adipocitos que le ayude a aislarse de las frías temperaturas, mientras que la leche de los animales de clima tropical contiene poca grasa y es más rica en hidratos de carbono que le dan al cachorro energía para realzar actividad física desde muy pequeño.

La composición química de la leche va cambiando con la edad de la cría (ajustándose a sus necesidades nutricionales) y con el clima, de manera que cuando hace más calor contiene más agua y cuando hace más frío contiene más grasa para darle energía al cachorro. De esta manera, en la naturaleza la leche sirve tanto como bebida como alimento.

La leche materna es por cierto el mejor alimento que puede tomar un recién nacido, ya que contiene hidratos de carbono en cantidades suficientes para darle al bebé energía, grasa para formar tejidos de reserva y para el recubrimiento de las neuronas que en esta etapa de la vida es esencial y pocas proteínas que de cualquier manera son muy difíciles de digerir y absorber por un menor de seis meses. Además la composición de la leche se ajusta con el clima para satisfacer la sed del pequeño y contiene todas las vitaminas y minerales necesarios para su desarrollo. Pero, tal vez la propiedad más importante de la leche materna es que contiene inmunoglobulinas que protegen al individuo de las enfermedades. Esta propiedad que es muy favorable cuando el alimento es consumido por organismos de la misma especie, pero puede ser un factor importante para las intolerancias cuando es empleado por un individuo de otra especie.

Cuando un bebé consume leche de vaca, aunque ésta haya sido modificada para adecuarse a sus necesidades nutricionales, existe la probabilidad de que desarrolle alergias a este alimento por el contenido de inmunoglobulinas vacunas que son ajenas al sistema de reconocimiento de los seres humanos y que pueden ser identificadas como sustancias agresoras al sistema . Cuando una leche de vaca se modifica para convertirse en sucedáneo de leche materna, se diluye a la mitad para aportar menos proteínas y se le agregan cantidades de grasa y de hidratos de carbono para igualar la composición a la leche materna, pero el contenido de inmunoglobulinas y el tipo de proteínas no pueden ser modificados.

El consumo de leche también puede causar molestias digestivas a quién lo consume independientemente de la edad del individuo. Un porcentaje cercano al 5% nace con “intolerancia a la lactosa” y en los adultos es común desarrollar esta condición después de los 40 años y antes si se ha padecido de infecciones gastrointestinales frecuentes. Lo que sucede es que la sustancia encargada del desdoblamiento de la lactosa (el azúcar característico de la leche formado por una molécula de glucosa y otra de galactosa) que es una enzima llamada lactasa, está ubicada en la parte más exterior de los cilios o vellosidades del intestino delgado, de manera que puede perderse fácilmente por acción mecánica ya sea por diarreas o vómitos o lentamente cuando dichas vellosidades pierden flexibilidad con la edad. De aquí la recomendación de los médicos de no consumir leche y sus derivados después de una enfermedad del sistema digestivo, ya que la lactosa pasará intacta al colon o intestino grueso donde será consumida por la flora intestinal causándole el individuo inflamación del vientre bajo y , gases o dolor. Estas personas que desarrollan o nacen con intolerancia a la lactosa pueden optar por consumir leche deslactosada (en la que este azúcar ha sido desdoblado en sus componentes iniciales de forma artificial en la industria) o tomar a través de pastillas la enzima lactasa que les ayudará a la correcta digestión o bien consumir yogurt en el que esta sustancia fue desdoblada por los lacto bacilos durante le proceso de elaboración.

La leche fresca contiene cerca de 88% de agua, y 12 % de sólidos, de los cuales entre 2.8 y 3.3% son grasas. Las grasas o lípidos de la leche son generalmente saturados y de cadena corta (moléculas de menos longitud). El ácido graso más común en la leche y en sus derivados es el ácido butírico, el responsable del sabor característico de la mantequilla. Por su naturaleza química esta sustancia tiende a adherirse a las paredes interiores de las arterias de quién la consume, junto con otras grasas de origen animal y con el colesterol originario de la leche y de otros productos, y, puede contribuir al engrosamiento de las mismas ocasionando al individuo enfermedades cardiovasculares e hipertensión. Esta es la razón por la que los médicos y nutriólogos no le recomiendan consumir leche entera a las personas que ya tienen problemas de colesterol en sangre o a quienes por factores genéticos están predispuestos a esta condición. La solución para estos individuos reside en el consumo de leches descremadas. De éstas se comercializan una gran variedad.

En un siguiente artículo te llevaremos más datos sobre la leche entera y los productos industrializados derivados de ésta.


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